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La Invencion de Hugo Cabret

Huérfano, relojero y ladrón, Hugo vive entre los muros de una ajetreada estación parisina de ferrocarriles. Si quiere sobrevivir, nadie debe saber de su existencia.

París, 1930 un niño de 12 años, Hugo Cabret el cual pierde a su padre, un relojero, en un accidente y es obligado a vivir con su tío que se encarga de manejar el reloj en una estación de tren. Hugo y su padre habían estado trabajando en arreglar un autómata, por el cual él debe robar piezas ahora para completar su reparación. Observa escondido tras una de las caras del gran reloj el ir y venir de los viajeros y de los tenderos, observando especialmente al dueño de la tienda de juguetes al cual le robaba las piezas que necesitaba. El dueño, al darse cuenta, lo castiga y le quita la libreta en donde Hugo tenía todas las instrucciones y materiales necesarios para reparar el autómata. Al ocurrir esto, Hugo busca una manera de solucionarlo. 


Hugo ve llegar a Georges, el juguetero, y le pide que le devuelva su libreta, entregándole un pañuelo doblado, descubriendo al abrirlo que está lleno de cenizas, por lo que se aleja llorando, topándose entonces con Isabelle que le dice que lo que ha hecho Georges es solo un truco de magia y que no ha quemado su libreta, que le dice le alteró mucho, afirmando desear ayudarle, pues está segura de que eso le permitirá vivir una aventura, algo que ella desea por encima de cualquier cosa. 

Georges le pide que trabaje para él si quiere ganarse la libreta, decidiendo él cuándo ha saldado su deuda, por lo que a partir de ese momento comienza a reparar o pintar los juguetes, aprendiendo los trucos de magia que su jefe le enseña, mientras por la noche continúa trabajando en el autómata, viendo que las piezas parecen funcionar, pero que no realiza la tarea de escribir para la que fue creado.

Un día Isabelle lo lleva a la librería de Monsieur Labisse, el cual les permite coger algunos libros, viendo allí Hugo el de Robin Hood, recordando que vio la película con su padre, el cual le llevaba siempre al cine por su cumpleaños, recordando con especial cariño del "Viaje a

la Luna", que le pareció maravillosa, Isablelle le cuenta entonces que cuando murieron sus padres fue acogida por sus padrinos, papá Georges y Mamá Jeanne, que son muy buenos con ella, aunque no le dejan ir al cine.

Hugo se fija en un colgante que lleva Isabelle y que es una llave en forma de corazón, diciéndole a la chica que la necesita, pues tiene la forma del lugar donde debería dársele cuerda al autómata, llevándola finalmente hasta su habitación, quedando la muchacha fascinada por ese mundo de pasillos y enormes maquinarias, hasta que le muestra al autómata, que él dice espera escriba un mensaje de su padre, por lo que se pone muy nervioso antes de probar la llave.

Y cuando la hace girar observa cómo los engranajes del autómata comienzan a girar, aunque en vez de escribir hace una especie de figuras inconexas, lo que desconcierta a Hugo, que al ver que se para se enfada y llora por haber llegado a pensar que podría arreglarlo y que su presencia le serviría para no estar tan solo.

Y de pronto el autómata vuelve a ponerse en marcha, dándose cuenta de que no escribe, como pensaban, sino que lo que hace es dibujar, observando que lo que dibuja es la imagen del cartel de "Viaje a la Luna", y la firma de Georges Méliès, preguntándose Isabelle por qué el autómata firma con el nombre de papá Georges, diciendo Hugo que se trata de un mensaje de su padre que deben descifrar.

Se van tras ello a casa, a mostrarle el dibujo a Mamá Jeanne, que al verlo se emociona, contándole que lo hizo el hombre mecánico que su padre rescató de un museo, aunque les pide que no dejen que Papá Georges lo vea, haciendo que se escondan en una de las habitaciones, cuando este llega.

 

Ellos notan que en el armario en la parte de arriba se ve un compartimento oculto, donde hay una caja de madera, aunque al cogerla Hugo se cae de la silla en la que se había subido volando al caérsele la caja un motón de dibujos, entre los que llama su atención el boceto que dibujó el autómata. Entran en la habitación Georges y Jeanne, que al ver el suelo lleno de papeles dice que han vuelto a la vida y comienza a romperlos, pidiéndole su mujer que no lo haga, pues es su obra, diciendo al ver a Hugo que es cruel, mientras llora, diciéndole que esperaba su agradecimiento.

El bibliotecario les informa de que existe una biblioteca de la academia de cine, a la que van Isabelle y Hugo, piden un libro sobre los orígenes del cine, escrito por René Tabard, y en el que encuentran hay un capítulo dedicado a Georges Méliès, donde informan que este pionero murió durante la Gran Guerra, son sorprendidos mientras leen el libro por su autor, que muestra su curiosidad por el hecho de que estén leyendo su libro, contándole Isabelle que la información del libro es incorrecta, pues Méliès es su padrino y está vivo. René les muestra su admiración por el cineasta, uno de los primeros en hacer cine, invitándolos a ver el museo que ha creado y que está dedicado a este.

Los niños planean con Tabard darle una sorpresa a Georges, sin que el supiera, al llegar a casa la Sra. Jeanne le dice que no es buena idea poruqe a su marido le duele recordar su pasado, Tabard reconoce que ella fue una de las actrices principales en cada una de las películas. el propone proyectar una película, los muchachos maravillado ven que la película esta a color, Jeanne señala que la coloreaban fotograma a fotograma. 

Y cuando termina la proye

cción aparece Méliès, impresionado, diciéndole su mujer que tratar de olvidar su pasado solo le ha traído amargura. Méliès les cuenta entonces su historia, contándoles que como a Hugo, a él le gustaba arreglar cosas, y al principio le encandiló la magia, por lo que trabajó como mago llegando a tener su propio teatro, donde Jeanne era su ayudante, y su propio taller de teatro, recordando que puso todo su esfuerzo en crear un autómata.

Hasta que un día descubrió el cinematógrafo en una feria y se enamoró del invento al ver la primera película, la de la llegada de un tren y les pidió a los Lumiere que le vendieran una cámara a lo que estos se negaron, asegurando que las películas serían un invento pasajero, por lo que construyó la suya propia con partes del autómata. Vendieron el teatro para poder construir su propio estudio de cine, haciendo cientos de películas en las que los trucos de magia eran su especialidad, y Jeanne su musa. Pensaban que aquello no acabaría. Pero llegó la guerra y a los soldados después de ver tanta realidad no le gustaban ya sus películas, generando grandes deudas que le obligaron a vender sus películas para fabricar productos químicos con los que se hacían los tacones, comprando con el dinero conseguido la tienda de juguetes. Quemó sus decorados y disfraces, conservando solo su autómata que donó a un museo, aunque nunca lo exhibieron, asegurando que los finales felices se dan solo en el cine.

Poco tiempo después René Tabard presenta en un gran teatro una gala en homenaje al gran Georges Méliès como pionero de la industria cinematográfica, anunciando que consiguieron encontrar más de 80 de sus películas, habiendo sido nombrado miembro de la Academia del cine, dando Méliès las gracias al público y en especial a Hugo por su valentía.

En la fiesta posterior, a la que acuden todos los tenderos de la estación, Hugo está feliz con su nueva familia, mientras Isabelle escribe la historia.

Por Evelyn Pérez C.

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